EL EMPECINADO

Bravo, Maldonado y Padilla

subieron a la bastilla

por luchar contra la desidia

abrazando al mito y al fin

con una deuda de reales cien mil

 

Horcas en alto

vestidas de pana

Gritos de rabia

vestidos de asombro

llenan la plaza

 

Batiéndose hoces

se mueven las voces

vestidas de lana

se escuchan las voces

untadas con lana

 

El ciego lo palpa

pero no escucha nada

el lazarillo no dice

ni una palabra

 

Bravas miradas

arriba reclaman

vestidas de sedas

despidiendo colores

de grandes señores

 

Hoces y horcas

ponen sus voces

siguiendo al tambor

en la mitad del dolor

 

Rostros quemados

sonríen de lado

El Guadiana aparece

entre surcos secados

 

Cuando la luna cambia

el frió ya amaina

horcas y hoces

van en dos manos

cortando la mies

que les da de comer

a uno, a mil y al rey

 

Ruido de tripas

debajo la ropa

costillas y huesos

detrás de la ropa

 

Casas pequeñas

con dueños muy grandes

te dejan entrar

si trabajas con balde

si zurces tu ropa

y trabajas de balde

 

El ruido del eco

no prende en la historia

el hambre es la misma

aunque cambie la ropa

 

Después de tres siglos

se llenan dos plazas

y repiten la historia

con el Empecinado

 

Perros de presa

defienden el oro

y abriendo su boca

te enseñan sus dientes

y te comen la sopa

 

El acordeón

defiende la opera

y acompaña la copla

de los desahuciados

 

El réquiem se inspira en el acto

la letra se resquebraja

las convulsiones retuercen el rostro

mientras el líquido rojo

impresiona muy poco

a presión atmosférica

 

Salto la valla

y me quedo en la nada

antes del salto

tenia el atabillo

repleto de nada

 

Musicales y conciertos

concertinas y desiertos

entierros, marcas y rajadas

y aquí no pasa nada

 

Y dentro de la matrusca

otro acordeón

que con su exagonal melodía

disuade al camaleón

de entrar en melancolía

 

Poco a poco

te van resumiendo

y dentro de poco

serás un desierto

de pocas palabras

 

El ciego lo canta

detrás de sus gafas

El cielo es testigo

de que el lazarillo

no dice nada

 

Tapan la olla

con gestos humanos

El hambre y el miedo

con trajes usados

revientan la olla

en la que se cuecen

los juicios pasados

 

Y el ciego prosigue

con pocas palabras

porque teme una multa

de grandes palabras

y se largue el chicuelo

si decirle nada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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