EL TONTO

 

La derecha no hace caso a sus intelectuales reconocidos mas independientes, y prefieren, hacer una paella valenciana sin arroz hecha por sus estrategas, que escuchar a la inteligencia de sus filas, a la que solo consideran útil cuando aplauden y, que intuyéndolo, cada vez es más frecuente que solo viendo lo hagan. A sabiendas de que hoy en día, todo los sentidos son necesarios para conformar un criterio,sin su ayuda, quedas expuesto a las habilidades del mago.

El optimismo al calentarse no se puede comer solo, necesita de la confianza de saber que el cocinero ha utilizado productos ecológicos y que además el chef tiene los cursos de seguridad e higiene necesarios.

Como intuirán, el titulo no se refiere a aquella persona que la naturaleza no le ha dotado de la capacidad intelectual suficiente para regirse en la vida, si no de aquel que cobra por listo.

Es corto el relato, es tan corto que casi es un chiste. Pero es lo que es, y no hay nada que hacerle.

Erase las veces que usted quiera, un tonto que presumía mucho, como corresponde a un buen tonto que cobra mucho, pero él no se daba cuenta. Qué le vamos hacer, también tenemos que convivir con ellos.

¡Lo conseguí yo! ¡Soy un crack! decía de mucha maneras para justificar lo que cobraba por listo. Una operación de bisturí perfecta, que solo yo soy capaz de realizar, porque pongo toda la voluntad en convertir a los otros en tontos. Los miro y les anulo las fuerzas, porque ven en mi la fuerza y la inteligencia,rindiéndose ante mis actuaciones. Un avance, luego una carga y todo hecho. Ahora solo controlo yo, y por eso todo funciona bien. Los demás no están, no se les espera. Por que saben que yo pienso por todos. !Quitarme el sudor¡

Los oyentes miraban perplejos, algunos con fascinación, otros con rancia sorna. Pero el tonto sin inmutarse prosiguió:

Mi combinación de fuerza, inteligencia y estrategia consigue que funcione todo por inercia. Y además, tengo la ayuda de Dios. Un plan perfecto, realizado con la sincronización absoluta de la disciplina férrea y audaz. En fin, ese soy yo. Y así serán los míos cuando los cree a mi imagen y semejanza.

Decía todo esto delante de un grupo de sesenta personas de parados y pobres, que tenían ya unas cuantas muescas en el alma. Miró para todos y sin darse cuenta saco del bolsillo el pañuelo con un fuchaco de billetes de todos los colores . Enseguida se lo quitaron sin necesidad siquiera de emplear la fuerza. Con dos collejas bastó, aunque él puso resistencia. Contaron el dinero en silencio, mientras el tonto reflexionaba escarbando en su memoria.

¡Ten anda!, dijeron al final del recuento, que no somos unos ladrones.

Cuando marcharon, el tonto quedó solo y pensativo. Mirando el horizonte exclamó:

¡Lo que yo pensaba y decía, soy un crack. Los tengo a todos perfectamente controlados!¡ Ni se atreven!

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