GOLES EN PROPIA PUERTA

 

Entre los mayores placeres que recuerdo haber experimentado en un campo de fútbol, además de acordarme de toda la familia del árbitro, claro, está el de gritar a pleno pulmón y saltando con los brazos en alto ¡gooooooool!.

Es cierto que el fútbol no me apasiona, pero en el campo es otra cosa, el gusanillo de ver a los jugadores fuera de una pequeña caja a la que puedes subir y bajar la voz, la algarabía del resto del público y los coros a uno u otro equipo en función de donde vengan los coristas… el fútbol así, está claro que es otra historia.

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