Los conocimientos que te otorga una existencia de más de cincuenta años me permite aseverar, al menos, dos cosas:
Primera: hay creencias político-ideológicas y económicas dañinas e incompatibles con la naturaleza humana. Son los casos de los extremismos políticos dogmáticos que provocaron la muerte, desesperación e infamia de millones de seres humanos a lo largo de buena parte del siglo pasado. Me refiero a los totalitarismos tipo nazismo y comunismo. Ambos anularon los valores que deben existir para que las personas tenga una vida con posibilidades de resultar enriquecedora. Uno y otro, por diferentes mecanismos, destruyeron lo que hace que todo ser humano se indentifique como tal, es decir, la dignidad de serlo. Ambos anularon la libertad de los seres humanos que tuvieron que soportarlos, lo que les llevo a una ruina mental tal que se tornaron indignos ante sus propios ojos. Terrible consecuencia la de verse caer tan bajo como parecer un muñeco en manos de su ventrilocuo.
Segunda: si la economía dirigida desde el estado, la comunista, es tan desincentivadora como para que las personas que la padecen no encuentren aliciente como para superarse y mejorar su rendimiento de trabajo, tampoco la economía de visión y estructura neo-liberal, la que se dijo única posible de usar después de comprobar cómo quedaron los países del otro lado del telón de acero tras la caída del muro de Berlín, parece ser la panacea que procure la mayor felicidad al mayor número de seres humanos. Y todo por la inmensa codicia de quienes la dirigen y debieran regularla para evitar abusos financieros. Si después de mil novecientos ochenta y nueve se dijo que la economía estatalizada era un error tan grave como para no repetirla más en ninguna parte y circunstancia, tampoco la que quedó como única alternativa posible, la del libre mercado, parece estar ausente de maldades que hagan que millones de seres humanos terminen en la pobreza más extrema que nos avoque a conflictos armados múltiples, así como a sangrientas revueltas sociales. Y con este tipo de economía los ricos son los que siempre lo serán más, mientras que la mayor parte de la población no podrá ni siquiera alimentarse. Por tanto, cualquier economía aplicada para no favorecer a la mayoría, siempre será un instrumento perverso entre las clases dirigentes por impedir un reparto porcentualmente equitativo de la riqueza generada por el esfuerzo de todos, empresarios y trabajadores.
Alberto Sierra.
O Temple, 30 de octubre de 2011